martes, 9 de septiembre de 2014

Aeropuerto Internacional de México, Foster + Partners y Fernando Romero

Foster + Partners, el estudio británico de Norman Foster en colaboración con el mexicano Fernando Romero, han ganado el concurso para ampliar el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM).




Siendo vencedor ante otros participantes como Gensler, Pascall + Watson, Rogers Stirk Harbour, SOM (Skidmore, Owings y Merrill), Teodoro González de León y Zaha Hadid.

El nuevo aeródromo de 555,000 metros cuadrados será uno de los más grandes del mundo, se construirá en el lago de Texcoco, un terreno vecino al oeste de la actual infraestructura. Resolverá la creciente demanda de servicios aeropuertuarios, contra el problema de saturación, favoreciendo la competitividad a escala internacional de las instalaciones. 


Su sistema constructivo se basa en la utilización de acero y vidrio, contemplando una ligera armazón reticular, abovedada continua, que fluye por los muros y la cubierta, evocando las alas abiertas de un águila en vuelo. Una sola membrana resuelve toda la envolvente. Esa membrana hace todo, de espacio y de techo. Se simplifica mucho. Es una estructura que no necesita obra falsa. Se construye de manera continua. El espacio central tiene un claro de 170 metros, donde se concentra el área comercial. El propósito del aeropuerto es convertirse en el más sostenible, el diseño asegura recorridos de corta distancia y pocos cambios de nivel.




La obra tendrá un potencial que materializa el momento actual de México. Cruzando toda la historia y su arquitectura desde las pirámides, la era colonial hasta nuestra era, el edificio celebra esa dimensión. Será un aeropuerto que se pueda permite adaptarse a la evolución del tiempo.

Al diseño se le han introducido los símbolos mexicanos como el águila, la serpiente y el nopal. Hay un diagrama que es el sol del proyecto. Ese gran espacio es la puerta de México, el tiempo que se pasará en la terminal tendrá un espacio para estar circulando en un área de luz natural. Es interesante haber incorporado al proyecto la leyenda azteca del águila que, posada en un nopal comiendo una serpiente, señaló el lugar fundacional de la capital. Por ello, el gran bulevar que te lleva a la ciudad en automóvil recuerda a la serpiente y abraza el estacionamiento. El techo está cubierto por cactáceas, plantas muy sustentables y de las que México tiene la mayor diversidad del mundo. De este modo, la primera experiencia cuando se entra en el aeropuerto es la techumbre, que recuerda a la experiencia de volar y al águila.


Esta previsto que esté en función en 2018. 


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